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Concepto teológico (inclinación, propensión, al pecado) aireado en las discusiones sobre la gracia y la justificación, originadas por el protestantismo. Se suele traducir por "inclinación al pecado" y se considera fruto de la herida del pecado original.
Aceptar un cierta debilidad de la naturaleza ante el mal, es realidad innegable de la experiencia de cada día. Considerar que la inclinación al mal es irresistible, como hacían determinados "reformadores" (Lutero, Calvino), fue condenado ya por la Bula de León X "Exurge Domine" del 13 Junio de 1520 y luego rechazado por el Concilio de Trento. (Sesión VI del 13 de Enero de 1547).
El pecado original nos dejó una propensión al mal, la concupiscencia, pero no destrozó la libertad humana (la responsabilidad). El que peca es libre para hacerlo y para arrepentirse. Por eso es responsable. (Ver Concupiscencia. Ver Justificación)
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